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Cuando Noe me propuso poner por escrito la maravillosa experiencia que es darle la teta a Cande me tomé mi tiempo para escribirlo porque la verdad es que no sabía por donde empezar, pero sí tenía claro que quería aprovechar esta oportunidad para compartirlo, para que otras mamás pudiesen ver que sí es posible tener una lactancia materna exitosa pese a cualquier impedimento que se nos presente…

 Jamás olvidaré como Cande con apenas unos minutitos de vida, abría su boquita buscando la teta en la sala de recuperación y dijimos con su papá: creo que esta vez si va a poder ser…

Nosotros ya tenemos mellizas de dos años que nacieron finalmente con cesárea, a las cuales no les pude dar el pecho más que un mes y poco, siempre con lactancia mixta porque no fui capaz de producir para las dos y una de ellas quedó ingresada por bajo peso. Entonces entre idas al hospital, la otra bebita en casa, la inexperiencia y los dolores postparto la leche nunca terminó de subir y yo cometí el error de creer que era una de las pocas que no tenía leche y bueno, podía ser y así fue que nos dimos por vencidos. Pero con Cande parecía que iba a poder ser diferente.

Al subir a planta, ya teníamos a nuestra disposición el bibe de suero glucosado y aunque sonrientes Mamá y Papá les dijimos a la enfermera que gracias, pero que habíamos optado por darle lactancia materna, ella insistía que debíamos dárselo, cosa que no hicimos y que a cada rato, en especial la primer noche nos lo recordó porque Cande lloraba, y era porque la estábamos matando de hambre, además en el nido ningún bebe llora, nos decía …
Entonces sacamos la artillería pesada: los apuntes que nos había dado Diana, la matrona, el libro de Carlos Gonzalez, “Un regalo para toda la vida” y el iPhone con blogs de lactancia y repasamos cada detalle.  Al volver a casa, en la tranquilidad de nuestro hogar nos entregamos a esta hermosa tarea a full… sin horarios, sin limitaciones, confiando en que todo fluiría de forma natural, con algún dolor de espalda por la mala postura, con los pezones un poco doloridos pero sin grietas y con la fiel convicción que esta vez sí podríamos.
Papá se ocupaba de todo con ayuda de los abus para que nosotras podamos seguir adelante, incluso Xiana y Zoe decían: “mamá dale tetota que Cande tiene hambre!”

Nosotros creíamos que íbamos bien, aunque notábamos que Cande no subía mucho de peso y al llegar el control de los 15 días las dudas y los miedos se volvieron a apoderar de mí: Cande no había subido de peso y si seguíamos así íbamos a tener que recurrir al biberón, que desilusión! Que estaría haciendo mal? Va ser que al final yo no producía buena leche… pero al salir del centro de salud vimos un cartel de Teta e Coliño y dijimos: nuestra salvación!
Fuimos al martes siguiente con esperanza en que nos ayudaran, abiertas a todas las sugerencias pero con los fantasmas rondando mi cabeza.  Con mucho cariño, Noe nos miro, nos ayudo a corregir postura mía y de Cande, observo que Cande tenia la boquita muy chiquita y que por la forma de la lengua seguro a ella le costaba más, dudaba si tenía frenillo y podía ser esa la razón por la cuál comía muy despacito, y si no llegaba a la leche del final, la que más engorda, no subiría bien de peso . Y por sobre todo nos dió confianza y tranquilidad que seguro saldríamos adelante… escuchar a Silvia, la matrona y a otras mamás nos sirvió de apoyo y contención.  Esas primeras semanas, había días que Cande estaba prendida a la teta a todas horas pero no nos agobiamos, ya todo irá fluyendo…

Semana tras semana llevábamos a Cande a pesar con miedo, pero poco a poco lo fuimos consiguiendo y ahora Cande ya pesa mas de cinco kilos a punta de tetota solamente!

Si me preguntasen que consejo le daría a una mamá que quiere darle a su hij@ lactancia materna, por sobre todo que confíe en su pareja, en su bebé y en si misma… es la mejor experiencia del mundo, le das amor gotita a gotita y podes ofrecerle lo mejor de vos naturalmente 😉

Natalia Mónica Castro, mamá de Candela